A los y las migrantes.
Escucho
el sonido del tren a los lejos, llevo dos semanas sin comer, soy hondureño.
Acarreo con esta pesadumbre dos semanas, sueños y utopías, las palabras no me
salen, tengo sed, mis pies están ampollados, cortados, mis zapatos no tienen
suela. Hoy tomare el tren y me llevara a Los Angeles, estoy en Ixtepec,
prefiero no hablar con nadie, las palabras me las trago, no quiero gastar mis
fuerzas. Por ahora soy anónimo, no tengo nombre, no quiero decirlo, prefiero
callarme, soy una sombra, el sol no me importa, soy una silueta bajo la luna,
todos me observan, mi estómago es más pesado que de costumbre, se llegó la hora
de que el tren pase, a lo lejos lo escucho, escucho cada rueda del tren en la
vía, huelo el metal, el humo a lo lejos e imagino en cada humareda que emite la
locomotora principal, un sueño, un dollar que estuve ganándome a diario en la
maquila. No puede dejar pasarlo, las cabeceras, cada vagón arrebatan, a los
niños, mujeres y cada persona que quiere subir, los hombres somos los últimos en
correr que de un salto si tenemos suerte de un manotazo nos trepamos, el viento
nos jalonea con un gran impulso, esta atardeciendo y voy amarrado de un vagón
por si duermo no caer.
Adrián Escobedo
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